BIOGRAFÍA
Fernando Verdugo (Sevilla, 1942) inició su carrera plástica en 1966 al recibir el Premio de Pintura de la Galería La Pasarela, importante impulsora de la renovación del arte sevillano. El filósofo Juan Blanco escribiría con motivo de la exposición de Verdugo en La Pasarela, en 1967: “el pintor busca con ahínco rehabilitar la asociación de elementos tan distintos y distantes como lo poético, lo geométrico y lo social”.
Después de trasladarse a Madrid en 1968, Verdugo reside un año en Nueva York donde instala su taller y realiza una serie de litografías en Mourlot Editions N.Y, para el editor de arte neoyorquino, Leon Amiel. Estimulado por los movimientos artísticos internacionales, Verdugo viaja a menudo a Francia y reside durante nueve años en Holanda. Trabaja para la galería D’Eendt de Amsterdam y entra en contacto con el surrealismo nórdico.
Los años 80
En los años 80 regresa definitivamente a España y reflexiona sobre las fronteras entre la abstracción y la figuración, entre lo real y su reflejo. En la exposición “Estructuras mutantes”, de 1987, el catedrático Antonio Bonet Correa afirmará que a través de estas obras: “ Verdugo nos hace evidente la absurda escisión que hoy se establece entre realidad y abstracción, entre figuración naturalista y geometrización, olvidando lo concreto de la imagen pictórica”.

Desde finales de los 80 se advierte en el pintor un marcado interés por los procedimientos matéricos, en su serie de piscinas, expuesta Bélgica, cuyas imágenes eran cada vez más abstractas. A partir de los años 90, Verdugo se ve inmerso en un planteamiento plástico y personal que le lleva a trabajar sobre la idea de “piel pictórica” y la reconstrucción de los signos del hombre sobre el muro. Surge en su memoria la Sevilla esencial, las masas de color, los añiles, los ocres, el engrandecimiento del “árbol de la vida” andalusí. Rescata las texturas de los muros y suelos del pasado en un ejercicio de color y de signos icónicos hasta llegar a formulaciones de extrema síntesis, tal como ha señalado el escritor y crítico Juan Manuel Bonet: “Pura Sevilla son también los cuadros más abstractos, más despojados, más sintéticos, aquellos donde la cal, en plan casi espacialista lo ocupa todo”.

En los años siguientes la pintura para Verdugo conlleva una metódica experimentación formal, centrándose en la expresión de la materia pictórica por sí misma, conciliando rigor y libertad. O en palabras de la crítica Rosa Olivares: “La idea central es trabajar la superficie de la memoria, la superficie de las cosas que vemos, de esas caras de la tierra, de los muros que nos protegen y en los que vemos pasar el tiempo a través de sus huellas (…)La práctica de esta pintura requiere un conocimiento puro y absoluto de los medios que se utilizan, de los materiales”.
Verdugo mira lo inmediato para contemplar lo que está más allá de la apariencia, el magma de las texturas, las masas de color, la erosión del tiempo sobre la materia, la incisión de un grafitti en un muro. En su serie “La edad del hierro” recurre al acero corten, el hierro y placas de metal para contrastar dichos materiales con las materias más dúctiles del muro. El crítico, profesor de Estética y Teoría de las Artes y director del Museo Thyssen-Bornemisza Guillermo Solana lo expresó así en una crítica:” Verdugo ha aprendido la lección de Kounellis o de Gönter Fürg, cuando incorporaban placas de metal al soporte pictórico. El eje de la actual exposición es el contraste entre dos géneros de materia: una pasta de polvo de mármol modelada y endurecida y una placa de metal, acero o plomo, incrustada en el cuadro. Los efectos cromáticos pueden ser muy diversos: la falsa piedra se viste con distintos matices del blanco o se tiñe de azul profundo, de ese añil que siempre ha jugado un papel importante en la poética de Verdugo. El metal puede ser un impoluto acero inoxidable o un acero corten oxidado”.
Verdugo grabador
Alterna la pintura con los trabajos gráficos. En su taller de grabado utiliza técnicas aditivas para conseguir las texturas que busca en su proyecto plástico, experimenta con nuevas formulaciones en dicho soporte, y con grandes formatos, tal como se observa en las ediciones realizadas para la galería Estiarte en 1990 y en todas las series posteriores de sus obras gráficas y obras de matriz digital. Es de destacar la realización del libro de artista, “Sevilla en la memoria”, con 12 prosas poéticas de Juan Manuel Bonet y 12 grabados al aguafuerte sobre planchas de cobre, que fue presentado en Estampa, en la galería La Caja Negra. Reconocido como uno de los más innovadores grabadores españoles, sus ediciones de obra gráfica y sus obras de matriz digital han sido adquiridas por el Senado Español, el Congreso de los Diputados, el Ministerio de Asuntos Exteriores, La Bolsa de Madrid y numerosas instituciones.


Los años 2000

A partir del año 2000, Verdugo afronta sus etapas reconstruyendo un lenguaje pictórico que se encadena entre sí, pero al mismo tiempo sus muros matéricos cambian de mensaje e inspiración. En esta etapa se concentra en las proporciones más poéticas de lo arquitectónico, la potencia cromática de un pigmento que domina y se adueña de la escena plástica, las estructuras minerales de la tierra. Cada vez potencia más los planteamientos arquitectónicos como en sus exposiciones en la galería May Moré de 2001, 2005 y 2010, o en la gran exposición, en 2003, en la Fundación Antonio Pérez , en Cuenca.
En algunas obras de mediados de los 2000, Verdugo se propone un diálogo plástico con el arquitecto mexicano Luis Barragán. Los espacios monocromáticos de Barragán y sus arquitecturas orgánicas, la fascinación coincidente por los materiales sencillos, por las umbrías de los patios y por la uniformidad cromática, que no es real, porque cada sombra de una textura crea una luminosidad distinta, acercan a Verdugo a las geometrías esenciales de Barragán..
En 2002 Verdugo participa, junto con los artistas más representativos de la renovación andaluza, en la exposición “Andalucía y la Modernidad”, en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, y en 2006 obtiene el 1er Premio de pintura de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Almeria (ALBIAC). Comprometido con su profesión y con su tiempo, desde los años 60, Verdugo ha participado activamente en el asociacionismo plástico y ha sido vicepresidente de la asociación de artistas visuales de Madrid, AVAM.
Era digital
Su interés por las nuevas tecnologías le llevan a trabajar en obras de matriz digital, algunas de estas obras, de gran formato, se pudieron ver en la exposición “Visiones Nómadas” en 2008, en las salas de la Fundación Aparejadores de Sevilla. En algunas obras, superponía las imágenes digitales sobre los muros de materia, creando un efecto dramático, simbolizando a las víctimas refugiadas del continente africano. Ha trabajado con obras de matriz digital en la serie “La Fortaleza Roja”, y VEGAP seleccionó una de estas obras digitales en 2020, en sus “Ayudas a la Creación ARTE/CULTURA”.
Con una energía artística incesante, Verdugo sigue trabajando en distintas técnicas: collages, pintura, obras de matriz digital y obra gráfica.
